domingo, 1 de noviembre de 2015

ENSAYO 3: LA POESÍA Y LA MIRADA



Una reflexión profunda respecto del sentido de la poesía y la necesidad de su revalorización en el mundo contemporáneo, debe encontrar una razón explicita que pueda esgrimirse como fundamento, al menos para el debate y la puesta en consideración de la opinión pública.
En principio, debo decir que llama mucho la atención el repliegue que ha tenido el discurso poético, más acentuado posiblemente en estas dos últimas décadas de producción, respecto de otros discursos literarios. Repliegue que se constata, por ejemplo, en la cada vez menor inclinación de las editoriales por asumir riesgos comerciales o de inversión sobre autores u obras para promoverlas. Caso contrario ha sucedido con la ficción, la narrativa o la llamada “novela histórica”, genero bastante controversial, por otro lado.
Si uno observa, otro ejemplo, la gran cantidad de concursos literarios que existen hoy, por lo menos en la lengua hispana, verá claramente como solamente tres de cada diez convocatorias están dedicadas a la poesía. Y con mucho más frecuencia a otras expresiones literarias (cuento, novela, guiones, periodismo, etc.) ¿Se reduce todo al final a la ley de la oferta y la demanda? Y la verdad creo que no. Pero intentaré volver sobre esto más adelante.
Hoy la poesía se sostiene, centralmente, con el esfuerzo económico de los poetas, interesados en hacer conocer sus poemas, sus obras o sus creaciones. Y éste proceso no tiene en principio visos de modificación por lo menos en el corto plazo. Una pregunta que nos podemos hacer entonces es la siguiente ¿qué pasó acá?, ¿qué hay del discurso poético que de alguna manera se replegó hacia las trincheras, o los márgenes más artesanales de la industria literaria?
Un primer intento de responder a ésta pregunta es definir con claridad la potencia del discurso audiovisual (especialmente el cine y la televisión) en la sociedad contemporánea y su preminencia sobre otras expresiones artísticas. En éste marco, la literatura hasta pasa a ser subsidiaria de la industria cinematográfica o televisiva, y con ello, éstas últimas, la parasitan y la terminan estrangulando. Para el hombre de nuestra época la imagen es más potente que la imaginación. Lo uno es un producto. Lo otro es un proceso. La construcción de un discurso audiovisual es mucho más efectivo, es cierto, que la endeble percepción de un trazo convertido en signo y al que hay que seguir a lo largo de un papel, hoja tras hoja, horas tras horas. Enfrentarse con la imagen es mucho más práctico que construirla pacientemente dentro de uno mismo. Y así, además, ganamos tiempo. Nos llevará poco más de una hora y media de nuestro tiempo conocer y disfrutar la obra de las Mil y Una Noche, en la versión de Pier Paolo Pasolini, llevada al cine; en contraposición a los 12 volúmenes de la primera versión europea de Antoine Galland, de la misma obra. Dos hora y diez y nueve minutos de youtube para ver Don Quixote, en película, una muy buena producción inglesa del año 1999, antes que adentrarse en las 1165 páginas de los tomos uno y dos de Don Quijote de la Mancha en la edición de RBA Editores de 1994. Y así con cada una de las obras que uno recuerde. Por algo Gabriel García Márquez jamás permitió que se lleve al cine Cien Años de Soledad, quizás porque entendió cabalmente que si la literatura se destina a ser subsidiaria o proveedora de la industria audiovisual estará cavando su propia tumba.
Sin embargo éste proceso en la actualidad es arrollador.
Por el contrario, la literatura ha sido históricamente, una de las más potentes usinas de la imaginación. Y muy especialmente la poesía. Recomiendo en éste punto la magistral exposición que hace Octavio Paz en su ensayo El Arco y La Lira, en torno del lugar de la poesía en la condición humana. Y yo agregaría en la cognición humana. Porque la imaginación es un proceso mental complejo que produce un tipo muy peculiar de saber. Hasta me siento inclinado en afirmar que no habría posibilidad de pensamiento complejo sin la capacidad imaginativa que es su sustrato y condición de posibilidad.
Sin embargo entiéndase bien. La tesis no es que la imagen revoca la imaginación. No, no es así. La imagen posibilita la imaginación, pero también y sobre todo, la condiciona. Don Quijote se enfrentó con la imagen de Dulcinea, pero escogió la fe en su propia imaginación. No permitió que aquello que veía en vivo y en directo, fuera lo que era. Él, escogió lo que creía ser. Enfrentarse con la imagen es en algún punto petrificar a la palabra. ¿No afirmaban los griegos acaso que cualquier guerrero que “se atreva a mirar la Medusa a los ojos sentirá cómo la rigidez se apodera de sus brazos y sus piernas, antes de que esta temible criatura, cuya cabeza está poblada por serpientes en lugar de cabellos, destruya la estatua del guerrero petrificado”? Es que la imagen, al ponernos las condiciones de lo que mirar, en algún punto nos va petrificando y nos va volviendo cada vez más rígidos. Contrariamente, la imaginación nos libera. “¡La imaginación al poder!”, gritaban en el mayo francés los estudiantes, y ese grito significaba también, no matemos la palabra, y desde luego tampoco la poesía. La imagen siempre nos va a hablar del sinsentido del mundo, la imaginación por el contrario, de las posibilidades del hombre. Y aún no hemos inventado elemento tan determinante para desarrollar nuestra imaginación como la palabra, y sus infinitas posibilidades de asociación que se abren y expanden, en cada término leído. El verdadero Big Bang ha sido sin lugar a dudas el tiempo donde hablar era crear. Aquel momento donde estalló la identidad entre la cosa y el nombre. La cosa fue mundo y el nombre fue palabra. Y esa onda expansiva aún hoy fluye entre nosotros y las cosas.
Hoy, no obstante, el mundo da la impresión de que está en un proceso de franca contracción. Hoy tal parece que todo se está comprimiendo. Los motores de los autos, los artefactos electrónicos y tecnológicos, los lenguajes que utilizamos, los horarios que disponemos. También la literatura. Micro poemas. Micro relatos. Poemas en tweets. Y esto sea quizás porque necesitamos de más tiempo para extasiarnos ante el aluvión de estímulos audiovisuales que cotidianamente recibimos y necesitamos: la televisión, la PC, el teléfono móvil, la publicidad. Sin dudas el signo de los tiempos es la contracción y la aceleración. Y esto no es malo ni bueno, en sí mismo. Creo eso sí, que ambas características obedecen a un mismo patrón: una exacerbada exposición a la imagen.
La producción literaria no está al margen de éste proceso. Por eso vemos a los autores con tanta frecuencia tratando de adaptarse a un mundo que se contrae y se acelera espasmódicamente. Cuando debemos asumir que ambas características son precisamente anti-literarias, o la negación misma de la literatura. La obra literaria, y más aún la obra poética, es esencialmente expansiva y pausada. Y no estoy hablando ni del tamaño de una obra ni de su ritmo. Solo digo que la literatura no debe contraerse en términos de posibilidades de asociación, por el contrario debe expandirse hacia lo inmemorial; solo digo que la literatura no debe ser una vorágine persistente de estímulos difusos por consumir, sino una deglución paciente de significación.
Ahora bien, la situación de la literatura no es toda la misma. Por eso no es una cuestión de oferta y demanda, como sostenía al principio. La narración (la novela, el cuento, los relatos) conserva un lugar, todavía con ciertos privilegios, en éste mercado de la significación. Incluso lo hace a expensas de saberse proveedora o sostén de la industria audiovisual. Sin embargo la poesía, ¡hay la poesía!, patalea por no ahogarse en el margen del olvido. La producción poética, especialmente de la última década parece sometida a lo menos destacado de su producción. Sin estímulos, ni material, ni de otro tipo. Condenada a ghettos o a comunidades reducidas donde los poetas se dan ánimo en micro climas de autoreferencia y desazón. El tiempo histórico, no premia a la poesía. ¿Hay un agotamiento cultural respecto de éste arte, puntualmente?
Este es el tema que motivó esta suerte de ensayo en torno de la poesía y su necesidad. En principio, diría que no. Que la cultura no se agota de sus artes, porque ello es su nutriente. Prueba de esto es la inmensa cantidad de escritores que persistentemente siguen resistiendo tozudamente y que cada tanto hacen blandir versos memorables, que salen de, y van, al corazón de la cultura. Pero sí es un hecho fácilmente constatable, que es muy poco probable llegar a  masificar una obra poética como se hacía en otros tiempos. Podemos llegar a “viralizar” frases, versos, tweets, o voces de Porchia para escribirlo en algún perfil, pero una obra no, imposible. Hagan una prueba sino (como yo lo hice en Chaco y en Corrientes). Vayan a cualquier librería importante y pidan para que les indiquen la sección de libros de poesía. Vean entonces que encuentran. La poesía existe, pero en olvidados anaqueles de inmensas estaturas. Con frecuencia hay que traer una escalera para alcanzarlas de ese alto rincón al que fueron confinados. Y otro dato. Solamente se encuentran clásicos o autores ya consagrados. Es una absoluta excepción encontrar autores noveles o poco conocidos. Los autores de poesía están excluidos por lo general de las cadenas de distribución masivas y de las firmas más conocidas. Insisto, salvo honrosas excepciones.
¿Es un problema de la oferta existente? ¿Se está escribiendo peor que en otras épocas? Y en definitiva ¿cuál es el destino de la poesía y por qué es menester promover el regreso de la poesía?
Creo francamente que el problema no es una cuestión de oferta ni de estética (¡nunca el problema es una cuestión estética!) Me inclino más a pensar lo que decía Octavio Paz en el trabajo ya mencionado “la poesía es un alimento que la burguesía – como clase – ha sido incapaz de digerir”. El mundo de la burguesía ha sido y es contemplativo, y que nada ni nadie inmute ni perturbe ese enfrentamiento virtual con una imagen que está, es y será, de ese modo. Sentado frente a su televisor o en una sala de cine, con sus palomitas de maíz y su gaseosa espumante, el hombre contemporáneo consume, y paga para hacerlo, las sombras (las imágenes) que se proyectan sobre la pared de la caverna. Ahí están sus valores, su ética, su estética, su filosofía, su moral, su fe y su ideología. Y el hecho de que todo eso junto sea coincidente  con la ideología impuesta o dominante, es mera coincidencia.
Por su parte la poesía es una forma de mirar el mundo. De imaginarlo, y al hacerlo de crearlo o recrearlo. La poesía es una mirada. No es otra cosa. Peirre Teilhard de Chardin, un contemplativo que eligió no serlo, escribió alguna vez refiriéndose al fenómeno humano, una sentencia que sintetiza como una consigna, como un latigazo, nuestro permanente dilema “ver o perecer”. La poesía opta siempre por mirar. Que es todavía más que ver. Por eso incomoda, cuando no aburre o pasa de moda. Aquel que es capaz de mirar, se apodera de lo que observa y lo devuelve resignificado. Y así se va construyendo un significado distinto, de boca en boca, donde todos (poetas y lectores) de algún modo participan. La poesía es una mirada colectiva que un poeta singular nos ha representado.
Pero no es cualquier mirada. Creo yo que es, o debiera ser, al menos desde mi concepción, una mirada de apertura. Una forma de mirar que nos recuerde permanentemente nuestras primeras formas de mirar, cuando todavía no estaban las certezas, ni las filosofías, ni las ciencias, ni la religión. Cuando el juglar se hacía de la palabra y de una lira, o de lo que tenía para acompañarse, y le contaba (y le cantaba) a los otros hombres, sobre las cosas de la vida, sobre las cosas de la muerte. Es decir cuando los hombres todavía imaginaban que el mundo caótico, impredecible, atemorizador, en el que vivían era un lugar que efectivamente, valía la pena.
Ahora bien, aquel mundo caótico, impredecible, atemorizador, ¿aún vale la pena?

Marcelo González, Poeta
Resistencia, Chaco.
01 de Noviembre de 2015

sábado, 7 de febrero de 2015

Mate a mate con Marcelo González, por Norma Blandi

(Segunda parte)

NB: Retomemos, ¿cómo ves vos el futuro de la propuesta imaginacionista?
MG: Yo creo, y me parece que compartimos éste punto, que la poesía está en una situación de excesiva liberalidad en éste momento. Y ésto no es bueno ni es malo, necesariamente. Lo que sí me parece es que no aporta nada nuevo. Y si eso pasa el discurso poético habrá perdido su sentido de ser. Por eso hemos confluido en la necesidad de pensar ésta "nueva estética", una nueva estética que tiene más de dos mil años de gestación si se quiere, pero que ha fundado el arte occidental y ha dado los parámetros del pensamiento a todo lo que vino después. Porque como decimos de la imaginación deviene el pensamiento. Y la fuente inagotable de la imaginación fue sin lugar a dudas la poesía.
NB: la lírica
MG: efectivamente, la lírica. O cuando el hombre fue o es capaz de escribir lo que se representaba en términos de un mundo caótico, sin sentido, pasional y finito. Realmente creo que la lírica permitió al hombre occidental devolverle al mundo una dosis de su propia medicina.
(risas)
MB: por algo los griegos, desde Aristóteles en adelante equiparaban la poética a la mimesis,
MG: exacto Norma, la poesía es una forma de mimetizarnos con la naturaleza, y es la manera humana de representarnos el universo. Por eso, y volviendo a tu pregunta, la verdad no sé que destino le depara a nuestra propuesta. Sí estoy convencido de que nos ha permitido materializar en términos poéticos, un montón de inquietudes que en caso contrario no se hubieran concretado. Pongo por caso, como ya lo hemos hablado, la construcción de los algoritmos poéticos, o como en el caso de los propios silogismos poéticos, y quiero detenerme aquí un momentito. Ivan (Nuñez) ha comentado en varias oportunidades que hay un filósofo importante de origen arábigo, discípulo de Aristóteles, llamado Alfarabi, que ha desarrollado hacia el inicio de la era cristiana los conceptos de silogismos poéticos e imaginacionismo, posiblemente, y ésto habría que averiguarlo mejor, sea entonces el primer imaginacionista en la historia de la poética. Y por lo que tengo entendido define a la poesía como la capacidad de evocar y jugar con las imágenes inscritas en el alma y que excitan en el oyente el deseo. Es muy impresionante como esa definición tiene una vigencia asombrosa. Por un lado hace referencia a los procesos de imprinting o estampación, que tan bien fueron desarrollados por los etólogos y algunos psicólogos contemporáneos, y por otro lado, apela al tema del deseo, que es el bocadillo de los psicoanalistas desde Freud a Lacan, como mínimo  
NB: te salió el psicólogo...
MG: si, tal cual. Es que todo tiene que ver con todo. Y más cuando se trata de la poesía, me parece
MB: coincido plenamente. Hablemos un poco de los silogismos poéticos
MG: yo te diría que es una técnica estética, que al igual que los logaritmos poéticos generan a su vez inquietud y apertura. Inquietud en términos de extrañeza. Como si se tratara de un llamado de atención. Como que el poeta de pronto señala y dice "hay algo ahí, véalo ud mismo". Y también apertura, en el sentido de generar opciones y alternativa por donde discurra el pensamiento. Si las propuestas estéticas no generan apertura, se transforman en cliché, en lugares comunes que aburren y llevan al lector a abandonar la lectura, y con ello la poesía
MB: ya para ir terminando, me gustaría preguntarte ¿cómo ves vos el fin de otro tipo de poesía y el inicio de una propuesta imaginacionista? Es decir, ¿hay una diferencia sustancial de método, de forma, de estilo, o de tema, incluso, con otras propuestas?
MG: esa es una buena pregunta, y me parece que saber responderla nos daría un buen marco para fundamentar nuestra posición de manera más sólida. Sin embargo no creo que haya un límite muy sustancial, incluso con otras propuestas, por ejemplo ¿dónde está el límite entre el dadaismo y el infrarealismo? Es muy difícil definir eso. No obstante podríamos plantear los siguientes ejes que nos contienen:
Primero: el uso novedoso de la estructura escritural
Segundo: volver a concebir al verso en términos de imágenes líricas
Tercero: poner mucho énfasis en incentivar la imaginación del lector a partir de la descomposición del mundo pero no solamente en términos de metáforas abstractas (como puede ser en el subrrealismo) sino, y muy particularmente, en términos metonímicos, de sustituciones, de lenguajes verosímiles
Cuarto: un poema es el resultado de ciertas iteraciones lógicas que terminan por configurar una propuesta estética perfectamente definida, aunque en ocasiones resulten caóticas
Quinto: lo último me parece que hay que insistir en la idea de un poeta como un verdadero trabajador, laburante, artesano, si se quiere, de la imaginación, muy por el contrario de lo que proponía por caso, el creacionismo...
MB: "ni lo piensas amigo Vicente..."
(risas nuevamente)

La tarde nos encuentra amaneciendo
y entre mate y mate se hace verde el camino
porque en verdad tan solo somos en la memoria de las aves
que en pleno vuelo extraviaron el divino
instante donde todo jamás nunca se sabe
y muere al fin el peregrino

                                        Norma Blandi

Me despedí con la nostalgia de saber que iba extrañar esa hermosa ciudad de Resistencia, de seguro todo un símbolo de los tiempos que van a venir; y en espacial esa charla, con la que supe claramente que tenía, desde ese mismo momento, un compromiso ineludible: transcribirla.


NB

  
 

jueves, 12 de junio de 2014

Mate a mate con Marcelo González, por Norma Blandi

Hace buen tiempo tenía prometido una líneas en éste espacio de amigos. Aprovecho ahora mi visita a la ciudad de Resistencia, con motivo de la 13º Feria del Libro chaqueño y regional donde además estaré presentando mi último trabajo poético, para hacerlo. 
Hace buen tiempo también, convenimos con Marcelo sentarnos a charlar largo y tendido, cara a cara, mate de por medio, de todo un poco, pero en especial acerca de lo que venimos intentando construir en relación con la poesía. 
Esta es la oportunidad de cumplir con ambas promesas. Lo que sigue es una transcripción, o parte de ella, donde en la tranquilidad de su casa por la Av San Martín, logramos entre mate y mate, ahondar en la materia. Solo espero ser clara y fidedigna en la transcripción.  

NB: En principio quiero decirte que la propuesta poética en términos de algoritmos viene siendo muy resistida y muy criticada
MG: Sí, es posible
NB: De lo que me llegó, la principal crítica tiene que ver con un rechazo a "la matematización" de la poesía o la incorporación de un simbolismo que le era ajeno. La pregunta inicial entonces es: ¿qué crees que aporta un estilo semejante y qué hay para decir acerca de las críticas?
MG: Mirá, es difícil responder eso porque todavía es muy reciente todo. Lo único que te puedo decir es que vi una forma y la escribí. Ahora, si me preguntas qué aporta yo creo que sobre todo es una propuesta que tiende a producir extrañeza y lógica. Y si hay cierta lógica entonces hay una forma. Entonces la idea, entre otras, es generar extrañeza en el lenguaje y promover una nueva forma. No sé si se logran ambas cosas, pero al menos produce incomodidad, ¿no?
NB: Sí, ya lo creo. Incluso a mí. ¿Y sobre las críticas?
MG: Bueno, sí, cada uno puede responder como quiera a la incomodidad o extrañeza que le produce un texto. Más todavía una poesía. Eso digamos que corre por cuenta del lector. Frente a eso uno no puede hacer nada, solamente seguir trabajando en lo que cree. Sin embargo, la crítica referida a la incorporación de un simbolismo, digamos, exógeno a la poesía, principalmente relacionado con las matemáticas y la lógica, puedo llegar a coincidir que es como mínimo perturbador. Si vos observas por ejemplo, las primeras propuestas en términos de algoritmos "La noche inundada" o "Indemostrabilidad de la existencia de Dios", ahí los símbolos, si bien cumplen una función respecto de la comunicación y el lenguaje, ya que le da forma y establece conexiones entre variables, perturban claramente la lectura. Por eso, en "Esencial" los símbolos ya no están, o al menos explícitamente, y eso hace que el lector se sienta de algún modo menos ansioso acerca del significado y se deje llevar por las imágenes que se van produciendo en su interior a medida que avanza la lectura. 
NB: Claramente. Y me surgen un montón de preguntas que no sé como ordenarles para continuar con el hilo. Comencemos por esto que señalas como "todavía más en la poesía"
MG: Si, pero dejame por favor, redondear un poco lo anterior. A partir de "Esencial" no es que uno renuncia a la utilización de símbolos meta-poéticos, por decirlo de alguna manera. No, cuando se da la ocasión es un elemento a tener en cuenta para la construcción de un relato poético y hay que conservar el derecho que tiene el poeta para producir extrañeza en el lenguaje. Y lo de poner énfasis en la poesía, tiene que ver también con ese derecho. Como en su momento suscribimos en el manifiesto poético del imaginacionismo, debemos promover un regreso a la poesía porque realmente se trata de una forma originaria, o una abertura, como decimos en el manifiesto, una mirada original y originaria, acerca de la vida y de la existencia. Y nuestra sociedad contemporánea ha devaluado mucho la poesía. Cuando fue en verdad ella la que logra catalizar la cultura humana, piénsese sino en los primeros textos de cualquier tradición cultural conocida, fueron cosntruidos a partir de una expresión poética. 
NB: En eso estamos totalmente de acuerdo y se me venía a la cabeza mientras hablabas, ese diálogo entre Neruda y García Márquez, donde Neruda le decía precisamente eso, que la poesía había pasado de moda, y una demostración de eso, decía él, es que nadie va leyendo un libro de poemas por el tren o en los colectivos, sí novelas u otro tipo de narraciones, pero poesía no. 
MG: Totalmente. Y la tecnología a contribuido con esto fuertemente. Mientras un poeta intenta descubrir un mundo permanentemente la tecnología te ofrece el mejor de los mundos posibles, ya descubierto y a "buen" precio. Por eso me pareció interesante también la idea de los algoritmos traspalados al discurso poético. Porque de alguna manera le estamos arrebatando una herramienta a nuestro competidor directo en materia de significación del mundo. Casi toda la parafernalia informática está construida con algoritmos, es decir con secuencias preestablecidas de sentido que construyen ordenes, imágenes, valores, significados, redes sociales, etc. etc. Entonces: ¿por qué no hacer de la poesía también un ordenador, como llaman los españoles a las PCs?
NB: Dejame decirte, de mi parte, que la técnica propuesta me resulta sumamente complicada, te soy sincera. Sí compartimos el ideario del imaginacionismo y ésta visión de la necesidad de retorno de la poesía. 
MG: La adquisición de una técnica siempre es complicada. Es un aprendizaje. Pero es lo que en definitiva transforma el quehacer poético en un trabajo, en un oficio. Como hemos coincidido en otras oportunidades, la poesía no resulta de la inspiración o de la generación espontánea. Debe ser un oficio. Un sudor inteligente, pero sudor al fin. Nosotros no creemos en la "liberalidad del verso libre". Eso es no jugarse por la poesía, y se diluye muy rápidamente. Vos fijate sino, los poetas clásicos. Los que han impuesto estilo, forma, lenguaje, siempre amasaron una técnica y a veces mucho más rigurosa de la que incursionamos hoy. Pienso por ejemplo en éste momento en José Hernández y su Martín Fierro. ¿Qué tan complicado resultaría escribir hoy una obra semejante? Casi tan complicado como construir hoy un pirámide ejipcia.
NB: Creo que está llegando la hora de renovar el mate... 
Coincidimos y nos reímos. Siempre es bueno encontrarse con amigos. 

   (Fin de la primera parte)
          
Resistencia, 10 de junio de 2014      

martes, 1 de abril de 2014

JUGEMOS EN EL BOSQUE

El escritor y filósofo Rolando Vera García ha propuesto el término ludolenguajepatía para definir al trastorno por medio del cual los poetas se ven impelidos permanentemente a proceder de manera ludica sobre el lenguaje. Se trata de "una urgencia psicológicamente incontrolable", compulsiva por jugar permanentemente por las variantes (infinitas) que plantea el lenguaje. En el marco del imaginacionismo el poeta se transforma en un ludolenguajepático personaje de ficción. 

El termino resulta interesante para definir la posición del poeta imaginacionista en relación con el lenguaje. De lo que se trata es de ponerlo a jugar permanentemente. Ficcionarlo. Sin embargo, es necesario advertir insistentemente el hecho de que para que exista un juego debe haber una regla, no importa cual. Pero debemos pactar con una regla. La ley define el campo de juego. La ludolenguajepatía si bien está planteada como una compulsión por jugar al lenguaje (mientras el lobo no está) también obliga a plasmar una regla. O dichos en otros términos el único momento en que no admitimos reglas es cuando ella ya existe efectivamente.

En la labor poética la regla define "una forma", merced a eso logra existencia. Por ello debemos propiciar perseverantemente que el poeta se haga cargo (ética de la responsabilidad) de convivir con su propia forma y que la milite. Lo contrario de la ausencia de reglas y de formas no es el caos, ni la deformación, en todo caso ello es un anti-estética en proceso de revisión; sino la muerte, es decir la negación de la misma posibilidad de existencia. 

(En Avances sobre imaginacionismo, de Ivan Nuñez, fragmento de artículo inédito, 2014) 




    

lunes, 31 de marzo de 2014

PRINCIPIOS ESTÉTICOS DEL IMAGINACIONISMO

1) El imaginacionismo es un hecho paradójico, al tiempo que es imposible resulta probable. 

Alguna vez un poeta cantó:
"Por qué cantáis la rosa, ¡oh poetas!
Hacedla florecer en el poema..."

Ni cantares (realismo, modernismo); ni florecimeintos (creacionismo, posmodernismo); menos aún des-hacedla en el lenguaje (surrealismo, dadísmo). 

Hemos de decir:
"La rosa solo existe en la memoria"

Esto es, al tiempo que hemos imaginado un lugar imposible, el de la memoria, la misma nos resulta probable y con ello generamos una senda de búsqueda destinada a resolver tal paradoja. Y es entonces cuando la poesía se procrea a sí misma.

2) El imaginacionismo debe ser figurativo en tanto se trata de una representación paradójica (ver 1) de la realidad. 

No es la realidad, es la imaginación, siempre fantástica y lógica. Por ello mismo absolutamente probable. 

Escrito en el Libro de los Montes y los Mares (cuentos fantásticos chinos hacia el siglo V a.C.): "Al oeste del país de los hombres de agujereado pecho está otro país, cuyos habitantes viven con las piernas constantemente cruzadas." 

La poesía debe rescatar esa mirada ingenua, fantástica y originaria del mundo de la vida. Debe poner en valor esa visión, para desde allí imaginar nuevas utopías.     

3) El imaginacionismo no debe ser solamente contenido, sino también forma. 

Sublevarse contra la liberalidad del verso, es la tarea. Imagina siempre formas, cualesquieras, pero trabaja arduamente como un arquitecto o un albañil, no hay otra manera de combatir la nada, es decir la muerte.     

Atte.

Avances de EHE. 2014  

domingo, 30 de marzo de 2014

LA ESTÉTICA IMAGINACIONISTA

El escritor Marcelo González ha propuesto el termino "imaginacionismo" para definir la estética del Hombre Escondido. 
En ésta labor estética lo que impera es la posibilidad de estampar (imprinting) sobre la percepción del lector una imagen poética. Con ello la poesía adquiere una forma narrativa, aunque poética. No basta con describir, ni con movilizar emociones, ni con una rebuscada renovación estética del lenguaje (llámese modernismo, surrealismo o posmodernismo). Es menester propiciar un regreso a la mirada originaria del lenguaje (la poesía). Esa abertura de origen que desde la imagen dio luz a la razón misma. El poeta debe sublevarse entonces a la condición actual de su escritura, reducida a la individualidad de las palabras bien dichas o de la liberalidad del "verso libre". 
La creación de la imagen en término de la propia fantasía debe ser capaz de construir (deconstruir) una nueva senda poética que logre romper con los cánones actuales de la liberalidad poética.
No se es poeta por "decir bien". Puesto que éste bien decir está siempre impuesto desde el status quo dominante.
Se es poeta por imaginar nuevas posibilidades. Racionalismo utópico lo llamamos.
O como lo ha dicho el propio poeta:

El hombre no creía en sí
menos todavía en los otros
de tanto caminar andando...

Entonces inventó un espejo
lo ubicó justo hacia el final
y de milagro y magia nomas
una infinita travesía
volvía de pronto hacia atrás

Congruentes con nuestros principios, creemos interesante seguir pensando ésta posibilidad y seguir desarrollando ésta estética propuesta y desandando éste camino que seguramente nos llevará por nuevos laberintos. A ello, lo invitamos. 

Atte.
EHE